Me conoces la piel.
Piel que es alma,
que es río,
que es ser.
Me conoces tanto que me aúllas,
que me gritas en la noche.
Buscamos desesperados los minutos,
esos que se escapan
entre nuestros dedos lacios,
en los que nos besamos
y ardemos,
buscamos brisas que traigan
un tienmpo mejor.
Y mientras,
esperamos sentados, estáticos,
inmóviles criaturas,
quietas miradas,
conteniendo un suspiro
que llega.
Y se marcha.