
De rosa teñías tus uñas,
los labios de rojo carmín,
afeitado de por la mañana,
ni sombra de barba viril.
Melecio, Melecio, Mimí.
Boas de pluma y colgantes,
colgantes de perlas, y oír
los súbditos, toda la noche,
"No eres simple travestí"
Melecio, Melecio, Mimí.
Y al salir de tu camerino
corbata, sombrero y fajín,
nadie ve en ti la muchacha
que encima la escena, cansada,
se sabe el mundo para sí.
Melecio, Melecio, Mimí,
reina de noche, emplumada,
maestro si el sol va a salir.
Amada por ser, a tu modo,
La más adorada Drag Queen.
Melecio, Melecio, Mimí.
Y años más tarde Eva Luna,
reposando en la iglesia, allí
se encuentra una bella emplumada,
sin rasgo alguno viril.
Melecio ya es sólo Mimí.